Cuando visité Egipto por primera vez, tenía en mente las pirámides y quizá un paseo en barco por el Nilo. Pero cuando puse un pie en Luxor, me di cuenta de que la verdadera magia se escondía en un lugar muy distinto. Y ese lugar era el complejo de templos de Karnak, que se alzaba ante mí en todo su esplendor. Créanme, la palabra "inmenso" no basta para describir este lugar. Karnak no es un solo templo; es como una antigua ciudad viva en constante expansión donde los faraones han grabado en piedra su poder, su devoción y sus sueños durante miles de años.
Es difícil describir lo que sentí la primera vez que me paré frente a sus enormes pilones. La energía de este lugar, que había visto y sobre el que había leído en libros durante años, era intensa de una forma que las fotografías nunca podrían transmitir. No se trata sólo de un edificio histórico; es como un lugar donde late el corazón del antiguo Egipto, donde bailan dioses y reyes, donde el tiempo se detiene. Y por un momento estuve en medio de esa danza.
¿Por qué explorar Karnak? Mi perspectiva
He visto innumerables sitios antiguos en todo el mundo, cada uno con su propia historia, su propia alma. Pero Karnak... la escala de Karnak es única. Este no es un lugar construido por un solo faraón con un solo plan. Cada nuevo gobernante ha añadido un nuevo patio, una nueva sala de pilares, un nuevo pilón para dejar atrás a su predecesor, mostrar su devoción a los dioses e inmortalizar su legado. Así que explorar Karnak es como un viaje a través de distintos periodos de la historia egipcia.
Lo que hace que este lugar sea tan especial para mí no es sólo su tamaño monumental, sino también los detalles que esconde cada rincón. Un minúsculo jeroglífico en una pared, el detalle de una flor de loto en lo alto de una enorme columna, las trazas de color que se han erosionado con el tiempo pero aún conservan su viveza... Susurran la artesanía, las creencias y la vida cotidiana de las personas que lo construyeron. Karnak no es sólo un lugar para mirar y pasar de largo; Karnak es un lugar para sentir, para entrar en él, para pelar las capas.
Comprender las capas de Karnak: su textura histórica
Karnak fue originalmente el principal centro de culto dedicado a la trinidad de Amón, Mut y Khonsu durante el Reino Nuevo del Antiguo Egipto. Pero sus orígenes se remontan mucho más atrás, al Reino Medio. Durante casi 2000 años, distintos faraones (de Senusret I a Tutmosis I, Hatshepsut, Tutmosis III, Amenhotep III, Akenatón, Tutankamón, Horemheb, Seti I, Ramsés II, e incluso gobernantes posteriores) dejaron aquí su huella.
Este ciclo constante de construcción y reconstrucción es lo que hace que Karnak sea tan complejo y tenga tantas capas. En una pared puede verse el relieve de un faraón, y justo debajo otro faraón borrando o añadiendo su propio relieve. Es como un libro de historia escrito en piedra. A medida que crecía el poder de Amón, Karnak también crecía y se convertía en uno de los centros religiosos y económicos más importantes de Egipto. No era sólo un lugar donde rendir culto a los dioses, sino también un enorme complejo donde se celebraban grandes ceremonias, vivían los sacerdotes y los reyes exhibían su poder.
Principales zonas y características de Karnak
El enorme tamaño de Karnak puede resultar desalentador, por lo que resulta útil trazarse una ruta mientras se explora. Pero lo mejor no es sólo seguir los caminos principales, sino también desviarse por las calles laterales y los patios más pequeños. He aquí las principales partes de Karnak que hay que ver y sentir y mi experiencia al respecto:
Carretera de la Esfinge
La entrada a Karnak suele partir de la Puerta Oeste, una pequeña calle bordeada a ambos lados por esfinges con cabeza de carnero. Esta calle conectaba Karnak con el templo de Luxor, al sur. Las esfinges tienen forma de carnero (kriosphinx), representan al dios Amón y llevan debajo una estatuilla del faraón. Caminar por aquí te hace sentir como si entraras en un túnel del tiempo. Saber que este camino era mucho más largo y magnífico en la antigüedad le recuerda lo arraigada que está la tierra que pisa.
Primer pilón Puerta de entrada masiva
Al final de Carretera de Sfensk se alza el Primer Pilón, el mayor de los pilones de los templos de Egipto. Aunque inacabado, su tamaño por sí solo es increíble. Mide unos 113 metros de ancho, 43 de alto y 15 de grosor. Cuando me paré frente a él, me sentí como una hormiga. Es la personificación de la monumentalidad de los antiguos egipcios. Las ranuras de los postes y las marcas en relieve delante de los pilones me hacen imaginar que este lugar estuvo decorado en otro tiempo con banderas de colores y estandartes ceremoniales. Este pilón es una de las últimas adiciones al templo, lo que demuestra el tiempo que Karnak estuvo en uso.
Gran Tribunal
Cuando atraviesas el Primer Pilón, te encuentras en un enorme patio. Se trata de una amplia zona en la que coexisten edificios de distintas épocas. A la derecha se encuentra el pequeño pero elegante templo de Khonsu, que data de la dinastía XX y es el único pilono que sigue en pie. A su izquierda está el pasaje conocido como el Portal de Bubastis, con relieves que representan la conquista de Jerusalén por Shoshenq I. El pequeño templo y las columnatas de Ramsés III en el centro del patio muestran cuántos elementos diferentes contenía este lugar. Este patio fue antaño una zona donde se celebraban ceremonias y el público podía entrar hasta cierto punto.
Gran Sala Hipóstila
El corazón de Karnak es la impresionante Gran Sala Hipóstila. Nada más entrar, todo cambia. Esta "jungla" de 134 gigantescas columnas con cabezas de papiro es literalmente vertiginosa. Las columnas más altas (12 en la nave central) tienen 21 metros de altura y más de 3 metros de diámetro. Sus relieves representan a faraones haciendo ofrendas a los dioses y celebrando ceremonias.
Caminar por aquí fue una de las experiencias más inolvidables de mi vida. Podía contemplar durante horas cómo la luz del sol se filtraba por las aberturas del techo y bailaba en el aire polvoriento, el silencio que resonaba en las sombras de los enormes pilares y la complejidad de los jeroglíficos de cada columna. Ésta era la casa de Amón, y el diseño de esta sala reflejaba la antigua concepción egipcia del universo: los relieves del suelo representan la crecida del Nilo, las columnas el bosque de papiros y el techo el cielo. Es como sentirse perdido pero al mismo tiempo estar en el lugar correcto del mundo. Cada pilar cuenta una historia diferente, lleva las huellas de una época distinta. Ver los elegantes relieves de Seti I junto a los más profundos y rápidos de su hijo Ramsés II te hace sentir el flujo del tiempo.
Avanzando por el Eje Central: Obeliscos y el Lago Sagrado
Más allá de la Sala Hipóstila, se continúa por el eje principal del templo. Aquí se encuentran pilonos más antiguos (más pequeños pero aún impresionantes), patios y diversas partes del templo. Lo más destacado de esta zona son los obeliscos que se elevan hacia el cielo. Estos monumentos monolíticos de piedra, que simbolizan el poder de los faraones y su conexión con los dioses, son realmente sobrecogedores. El enorme obelisco de granito rosa de Hatshepsut, de 30 metros de altura en su época, es uno de los más magníficos que aún se conservan. Otro obelisco pertenece a Tutmosis I. Mientras paseaba por esta zona, la pregunta de cómo se trajeron estas enormes piedras desde cientos de kilómetros de distancia y cómo se erigieron nunca abandonó mi mente.
Un poco al norte del eje principal se encuentra el Akh-Menu o Salón de Festivales, construido por Tutmosis III. Esta sala tiene una arquitectura ligeramente diferente de la estructura del templo principal y destaca por sus columnas que parecen estar "al revés". Los relieves de sus paredes representan los logros militares de Tutmosis III y escenas festivas del templo. En particular, los relieves de las paredes, conocidos como el "Jardín Botánico", representan plantas y animales que el faraón trajo de sus conquistas. Estos detalles ofrecen una increíble visión del mundo de la época.
Y, por supuesto, el Lago Sagrado. Situado al norte del complejo del templo, este lago rectangular se utilizaba para los ritos de purificación y los viajes ceremoniales en barca de los sacerdotes. Hoy en día, sigue ofreciendo un rincón sorprendentemente tranquilo y apacible, sobre todo en comparación con las multitudes de otras zonas del templo. Estar junto al lago e imaginar las ceremonias que se celebraban aquí hace miles de años es un recordatorio de que Karnak no es sólo piedra, sino también algo profundamente espiritual. La enorme estatua de piedra de un escarabajo (escarabajo pelotero/escarabajo) cerca del lago es muy popular entre los turistas; se cree que girar a su alrededor siete veces trae buena suerte, así que no está de más intentarlo, ¿no?
Eje Sur y zona del Templo Mut
Cuanto más al sur se aleja uno de Karnak, más pilones y patios se ven. Este eje meridional conecta el templo principal con el Templo de Mut (dedicado a Mut, esposa de Amón). Éste no suele estar tan concurrido como la Sala Hipóstila principal y ofrece una exploración más tranquila. La zona del Templo de Mut está rodeada por una muralla separada del complejo principal y contiene templos más pequeños y un lago sagrado (el lago Isheru). Es interesante ver la zona repleta de cientos de estatuas de la diosa con cabeza de león Sekhmet. Explorar estas partes del sur ayuda a darse cuenta de lo vasto que es Karnak y de que todo el complejo no es sólo el templo principal de Amón.
Experimentar Karnak: Un viaje con los sentidos
Visitar Karnak no es sólo ver. Es una experiencia que involucra todos los sentidos.
Vista: Dimensiones colosales, jeroglíficos intrincados, colores desvaídos pero aún sugerentes, el juego de luces entre los pilares.
Toque: Sentir la piedra de 3000 años con las manos, la frialdad de las columnas, la textura rugosa de las paredes. Pero recuerda que tocar algunos lugares puede doler, así que ten cuidado.
Sonido: El rugido de la multitud, la narración de los guías, el susurro del viento entre las piedras, quizá el sonido de la llamada a la oración desde lejos. Pero esos momentos de asombroso silencio que se pueden encontrar en las profundidades de la Sala Hipóstila o junto al Lago Sagrado son los más preciosos.
Oler: El olor seco y terroso de la piedra antigua, tal vez un poco de arena, un soplo de aire caliente.
Sentirse: El calor del sol sobre la piel, la sensación de lo pequeño que eres al lado de las enormes estructuras, el peso de la historia sobre tus hombros.
Una de las cosas que más me gusta de visitar Karnak es cuando de repente me encuentro fuera de una zona abarrotada y en un pequeño rincón sin nadie más, sólo unas cuantas columnas en ruinas o un trozo de pared. Es en esos momentos cuando siento que estoy más cerca de cómo era este lugar hace miles de años. En ese silencio, es posible escuchar los sonidos del pasado.
Consejos prácticos para explorar Karnak
En He mencionado antesEste no es el lugar para recomendaciones generales sobre Luxor, pero Tengo unos cuantos consejos prácticos que valen oro para que experimente Karnak en el mejor manera posible:
Tómese su tiempo, tómese mucho tiempo: Karnak no es un lugar para visitar y ver en media hora. Hay que dedicarle un mínimo de 3-4 horas, idealmente medio día o incluso un día entero. Cuanto más tiempo le dedique, más detalles observará y más le atraerá. Tener prisa es perderse el espíritu de Karnak.
Madrugar o elegir la tarde: La temperatura y la multitud pueden afectar negativamente a su experiencia. O acuda en cuanto abra el templo por la mañana (las luces del amanecer también son estupendas), o vaya hacia la hora de cierre por la tarde. El mediodía suele ser la hora más calurosa y concurrida. Además, la luz es mucho mejor para hacer fotos temprano o tarde.
El calzado cómodo es imprescindible: La mayor parte del terreno es llano Dec, pero hay zonas arenosas y a veces accidentadas, paseos entre bloques de piedra. Es vital llevar calzado cómodo para caminar.
Protección solar y contra el agua: Es muy importante beber mucha agua, sobre todo en los meses más cálidos. Es imprescindible llevar un sombrero de ala ancha, gafas de sol y crema solar de factor alto. Gran parte de Karnak se encuentra al aire libre.
Obtener un mapa: Consiga un mapa en la entrada o descárguelo en su teléfono. Como el complejo es muy grande y complejo, el mapa te ayuda a entender dónde estás y a no perderte lo que quieres ver. Pero al mismo tiempo, ¡disfrute dejando a un lado el mapa y perdiéndose!
Mirar arriba y abajo: No te fijes sólo en los relieves a la altura de los ojos. Preste atención a las marcas de color de los techos, a los detalles de los capiteles de las columnas, incluso a las piedras y sistemas de drenaje del suelo bajo sus pies. La historia está en todas partes.
Centrarse en los detalles: Cada jeroglífico tiene un significado. Realizar una visita guiada o investigar previamente contribuye en gran medida a comprender las historias de los relieves que se ven. Conocer a un dios, un faraón o un ritual permite mirar las piedras con otros ojos.
Sesión de fotos: En general, está permitido hacer fotos (con teléfono o DSLR). Sin embargo, puede haber algunas exposiciones especiales o zonas recién restauradas, presta siempre atención a las señales. Si va a utilizar un trípode o equipo profesional, compruebe las normas de entrada con antelación (normalmente puede ser necesario pagar una tasa adicional o solicitar un permiso, pero suele ser gratuito para un turista normal). Oct. Tenga cuidado de no atraer a gente sin permiso. Especialmente en la Sala Hipóstila, intenta captar los momentos en que la luz juega entre las columnas. Dic.
Sea respetuoso: Se trata de una zona sagrada desde hace miles de años. Evita trepar a las estructuras, dañar las piedras o hablar en voz alta. No tires basura al suelo.
Ten paciencia: Puede estar abarrotado en las zonas populares (Sala Hipóstila, escultura del Escarabajo). Espere su turno para hacer una foto o ver algo más de cerca. Mantener la calma hace que la experiencia sea más agradable.
Memoria personal y desafío
Uno de los momentos más memorables que pasé en Karnak fue cuando fui muy temprano por la mañana y me encontré casi solo en la Sala Hipóstila. Los rayos del sol aún no habían entrado del todo y el silencio en aquel enorme espacio era increíble. Mientras caminaba, oía el eco de mis pasos. Me apoyé en una columna y me limité a respirar. En ese momento, sentí que había abierto una ventana a 3500 años atrás. No era difícil imaginar las ceremonias que tenían lugar a mi alrededor, los cánticos de los sacerdotes, los pasos de los faraones. Ese momento estaba lejos de la multitud, sólo entre el mundo antiguo y yo.
¿Dificultad? Encajar el tamaño de Karnak en las fotografías. En cada encuadre se capta la altura de las columnas, la anchura de la sala o los detalles de las paredes. Pero es casi imposible captar esa sensación de pura magnitud, ese esplendor abrumador en un solo encuadre. Por eso la mejor fotografía es la que te llevas en la memoria, y quizá la que tomas simplemente apartándote y observando.